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UNICEN-Economía Social y Solidaria: En busca de un comercio más justo y equitativo
El fenómeno de la economía social y solidaria ha tenido en los últimos años en Tandil, una expansión fenomenal, de la mano de una comunidad emprendedora y con capacidad de resiliencia a las crisis. Pero además, resulta clave el rol de la Universidad que, en su conocida política de conectarse con la sociedad que la rodea, ha impulsado y organizado espacios de promoción y visibilidad de ésta nueva lógica comercial.
Por Mariano López Guerrero (marianolopezguerrero@gmail.com)
Marcos Pearson (Coordinador) y Mariano Larrondo, forman parte del Programa de Economía Social y Solidaria, dependiente de la Secretaría de Extensión de la Universidad Nacional del Centro y se prestaron al diálogo con ABCHoy, para contar y detallar el funcionamiento de este modelo económico, basado en la cooperación, la autogestión y la búsqueda de una mayor justicia comercial.
-¿Cuál es el marco en el que se empieza a gestar el programa de economía social?
-Marcos Pearson: La Secretaría de Extensión tiene varias líneas de trabajo territoriales y una de ellas es el programa de la Economía Social y Solidaria que funciona desde el año 2011. El motivo principal es el de trabajar en propuestas e iniciativas que fortalezcan y promuevan el desarrollo de la economía social y solidaria en la región. Hay distintas líneas de trabajo y acompañamiento a productores, emprendedores o cooperativas. Una de ellas, tiene que ver con la construcción de mercados en clave de economía social y solidaria y básicamente, dentro de ese eje se trabajan propuestas de comercialización y desarrollo de consumo responsable.
Uno de los desafíos principales tenía que ver con que la comercialización es una de las dificultades más grandes que suelen tener los productores y las cooperativas, que desarrollan productos y servicios bajo una lógica de autogestión, de asociativismo, de ayuda mutua, de no explotación del trabajo de otras personas, de distribución equitativa de los ingresos. Mayormente, el funcionamiento comercial de la sociedad en la cual buscan desarrollarse estos emprendimientos, van claramente a contrapelo de la lógica que propone la economía social y solidaria.
Este programa, como muchos otros de la Secretaría de Extensión, busca acompañar este proceso en comercialización, construcción de comercio justo, consumo responsable, porque son temas de importancia, acá y en todo el país, porque ya hay una red de economía social, que compartimos casi 30 universidades.
La dinámica de la feria es la de acercar al consumidor y al productor, sin intermediarios. (Mariano Larrondo)
-¿La economía tradicional trata de obstaculizar este tipo de comercialización?
-M.P.: Cuando los productores, emprendedores y cooperativas desarrollan productos y servicios bajo la dinámica social y solidaria, se enfrentan siempre a dificultades muy grandes, porque muchas veces se encuentran con un mercado concentrado, muy competitivo, o a veces con un mercado que funciona con reglas que justamente para la economía social, serían desvalores, como por ejemplo, explotar el trabajo de otras personas, o precarizarlo. Ahí es donde el Estado tiene que cuidar y promover este tipo de emprendimientos, porque justamente es muy dificultoso desarrollar productos y servicios bajo ésta lógica.
HÁBITOS DE CONSUMO
-¿Qué destacarías como el principal valor de la economía social?
-M.P.: Que tiene para aportarle a la sociedad un valor agregado que es muy importante, porque se trata de productos locales, lo que se produce queda acá, se produce cuidando el medio ambiente. Cosas que la economía tradicional de lucro, no tiene en cuenta, al menos no como forma prioritaria, porque la racionalidad central de esa lógica es la maximización de la ganancia. En la economía social y solidaria, la centralidad es la reproducción de la vida de los trabajadores en nuestra sociedad.
Desde hace mucho tiempo se vienen desarrollando emprendimientos productivos bajo ésta lógica social y solidaria, intentando poner en valor lo local, pero nuestro consumo como sociedad, está habituado a un comportamiento que muy pocas veces se pregunta qué es lo que hay detrás de cada producto o servicio. Entonces, hay una necesidad muy grande de que lo que se está gestando a nivel productivo desde la economía social y solidaria, tenga un correlato, con hábitos de consumo que sigan la misma lógica.
-Incluso, muchas veces la desconfianza se pone sobre este tipo de productos y no sobre lo que ofrecen las grandes cadenas…
-M.P.: Porque estamos acostumbrados a consumir por muy pocas variables. El precio y el impacto de la imagen, el packaging, la publicidad, el marketing. Muchas veces, esas cosas son engañosas y no dan cuenta de si un producto es de calidad o no. Para nosotros es muy importante fortalecer la producción y el desarrollo local, porque hay cosas que solemos pagar muy barato en la góndola, pero que son muy caras para la sociedad. En cualquier rubro, es muy importante para la economía social, cuidar y promover lo local.
La economía social y solidaria no es el salvavidas de los que se quedan excluidos del sistema, sino la respuesta para generar una economía distinta. (Marcos Pearson)
-Es decir, que también hay que apuntalar un consumo social y solidario.
-M.P.: Es algo que tratamos de promover y cuidar mucho. En ese marco, las ferias han crecido y se han desarrollado mucho, especialmente porque posibilitan el contacto directo del productor y el consumidor. Ahí se evita la intermediación, que es uno de los grandes problemas con los que también nos encontramos en los mercados. Hay muchos productos que tienen un alto grado de intermediación, que hace que cuando llegan a la góndola, se eleve el valor de venta y que muchas veces, no sea recibida por el productor de una manera justa por su trabajo. La feria aporta una dinámica muy virtuosa de contacto directo entre los dos extremos de la cadena. Son beneficios para ambos, productor y consumidor.
-Las ferias han venido mostrando un crecimiento impresionante.
.M.P.: Sí, han crecido mucho las ferias. Algunas de la mano de la Universidad y otras a partir de iniciativas autogestionadas y asociativas, que forman parte de una estrategia común. Hoy también están las ferias Colectivo Natural, que se hacen en el Centro Cultural La Compañía; la Feria Verde y Artesanal, que empezó en la Universidad Barrial y hoy recorre todos los barrios de la ciudad; la CTEP Tandil que también vincula a muchos pequeños productores; la feria de Productores y Emprendedores que funciona una vez por mes en el Hipódromo y los Emprendedores de la Sala Comunitaria de Alimentos de Avenida Colón; más la Secretaría de Agricultura Familiar y nuestro programa. Estamos trabajando en forma articulada y tratando de ofrecer una herramienta lo más coordinada y útil posible para los trabajadores.
LA LÓGICA COLECTIVA
-¿El programa nació a partir de identificar la presencia de tantos emprendedores que no estaban organizados; o fue al revés?
-M.P.: Fue recíproco. Empezamos en el 2011 realizando algunos talleres participativos, tratando de relevar los principales problemas que había en el sector en ese momento y lo primero que surgió fue la problemática de la comercialización y ahí nomás se empezó con una primera feria navideña, pero para ese entonces ya había otras funcionando.
La visibilidad es muy importante y se nota en cómo ha ido creciendo la cantidad de público que asiste a las ferias. (Mariano Larrondo)
-Y así como este modelo ha resuelto algunas tensiones, imagino que también generará otras…
-Mariano Larrondo: Lo que más cuesta vencer o cambiar, es empezar a entenderse uno dentro de una dinámica colectiva, donde uno es un productor, pero además, forma parte de un sistema, en el que hay otros emprendedores con la misma problemática, de comercialización y visibilidad. Entonces, hay que romper la lógica individual de decir ‘yo trabajo solo’ o ‘mi emprendimiento tiene tal necesidad’, y poder entenderse dentro de un marco más general, donde los problemas son más generales. Y si es así, también la solución tiene que venir de un marco general.
La dinámica de la feria es, como decía Marcos, la de acercar al consumidor y productor, sin intermediarios y que el consumidor pueda conocer de qué forma se llega a determinado precio o cómo se produjo el bien que va a comprar. Pero además, es una herramienta de organización, donde todos se encuentran, con su diversidad, pero también pensado juntos soluciones a las problemáticas comunes. Tiene un doble objetivo.
-¿Y cómo se ha ido abordando ese tema para generar ese cambio de mentalidad?
-M.P.: Lo hemos trabajado mucho, tratando de vincular y que participen los productores y emprendedores. Tiene que ver con que cada productor pueda ver que las dificultades que atraviesa, no le pasan solamente a él, sino que son estructurales y tienen que ver con esta lógica de generar emprendimientos de forma autogestionada o asociativa y que muchas veces nos encontramos con problemas de mercado, de marco normativo, de financiamiento. Y a veces, el concepto bajo el cual hemos sido educados y hemos crecido, es muy individualista. Eso nos lleva a pensar muchas veces, que nuestros fracasos, son únicamente responsabilidad nuestra, pero a veces, tienen que ver con que las dificultades que uno atraviesa no son porque uno no sepa hacer las cosas o no sirva, sino que pueden tener que ver con limitaciones estructurales y que superarlas depende de salidas que son colectivas, como por ejemplo, proponer marcos normativos que permitan desarrollar nuestro emprendimiento. Es algo que se da mucho, por ejemplo, en el rubro de elaboración de alimentos.
-¿Hoy, estos espacios funcionan más como un refugio para trabajadores fuera de la economía formal; o se trata también de una herramienta para poder desarrollar habilidades personales?
-M.P.: Hay de todo, pero el tema es desde qué enfoque cada uno decide trabajar. Nuestra mirada, desde la Universidad, es que la economía social y solidaria no es la rueda de auxilio o el salvavidas para los que se quedan excluidos del sistema, sino que debe verse como la respuesta para generar una forma de hacer una economía distinta, de producir y de consumir, que revierta las dinámicas negativas que tiene un sistema económico basado en la explotación de otras personas, en el individualismo, en la competencia, en la maximización de la ganancia, que llevado al extremo, es el que excluye.
Muchos emprendimientos que hemos venido acompañando, surgen de experiencias de trabajo o de exclusión. El actor protagónico de la economía social muchas veces viene de ser excluido del sistema tradicional, como pasó en el 2000 o 2001, cuando hubo un crecimiento tremendo del trabajo autogestionado, del trabajo por cuenta propia, del asociativismo, de empresas recuperadas, pero después esas experiencias fueron madurando y fueron mostrando su gran capacidad de respuesta a las crisis y a la falta de trabajo, cuando ni el Estado ni el mercado daban soluciones.
-Es decir, que la economía social busca un cambio de rumbo.
-M.P.: Es que esos modelos mostraron que es posible hacer economía de otra manera, pero no como una cuestión temporal, de ‘mientras tanto’, hasta que el mercado los vuelva a incluir, sino que han mostrado, y las empresas recuperadas son un ejemplo de esto, que se puede consolidar ésta lógica.
-¿Esa es la búsqueda final del Programa?
-M.P.: Nuestra perspectiva no es que sea un tema temporal, ni un pasatiempo, sino que se pueda encontrar ahí, el germen y la luz de que se puede organizar el trabajo y la economía en general, de otra manera. Que es posible otra sociabilidad, donde el hombre no sea el lobo del hombre, sino un aliado, que pueda pensar en una salida colectiva.
Nuestro consumo está habituado a un comportamiento que muy pocas veces se pregunta qué es lo que hay detrás de cada producto o servicio. (Marcos Pearson)
-¿Cuál ha sido el rol de los consumidores respecto a las ferias en estos años?
-M.L.: A través de todos estos años, con el trabajo de coordinación y motivando a que se realicen las ferias, se han ido dando posibilidades de mostrar tangiblemente de qué se trata cuando hablamos de economía social y solidaria. Se ha ido instalando en la sociedad, la prueba de que hay otras formas de producir, de trabajar, de organizarse, y en ese sentido, la visibilidad es muy importante y se nota en cómo ha ido creciendo la cantidad de público que asiste a las ferias, que las apoya, que pasea y charla con los emprendedores y conoce las historias que hay detrás y que, por supuesto, vuelca su consumo por ese lado. Desde 2011 para acá, el crecimiento ha sido claro. Las primeras ferias eran de 30 o 40 emprendedores y hoy estamos hablando de 165 emprendimientos, no porque no haya más, sino que es el tope que el Centro Cultural puede albergar en una feria. Pero en total, que nosotros hayamos contactado y que hayan pasado alguna vez por alguna de las ferias, o que participen regularmente de las otras ferias que se desarrollan en la ciudad, son más de 700 los que hay.
SIN MARCO NORMATIVO
-Seguramente les piden que las ferias se realicen de manera más frecuente…
.M.L.: Sí, pero lo que vemos en esta etapa y este momento del país, es que viene mucha gente a la feria, pero también como un paseo familiar, para conocer y ver la calidad de las cosas que se hacen, pero también hay mucho menos dinero. Cada familia gasta menos y eso se nota también.
M.P.: Y es verdad que hay una mayor necesidad también de los productores de tener ferias cada vez más seguido. De todas maneras, eso se resuelve también dentro de otros ámbitos, como el resto de las ferias que mencionamos antes. Es decir, los productores hoy tienen lugares que se han ido conformando, prácticamente en toda la ciudad y casi todas las semanas. La feria en el Centro Cultural, creemos que funciona más como una vidriera, por la cantidad de emprendimientos que vienen y la cantidad de visitantes que concurren y porque tiene un formato más de evento, porque son dos días y porque también buscamos incluir a los espectáculos y artistas de la ciudad, para que sean parte también de la feria como trabajadores de la cultura.
-¿Hay condiciones o requisitos para poder formar parte de los emprendedores en las ferias?
-M.L.: Las condiciones tienen que ver con que los emprendedores realicen su trabajo de forma autogestionada, asociativa, pero que no tengan empleados en relación de dependencia, sino más en una condición de igualdad, como una especie de cooperativa, donde todos participen de las decisiones democráticamente y de la distribución de los ingresos. Y que sea producción propia, aunque puede haber familias que revendan cosas, aunque nosotros en las ferias apuntamos más a productores que generen sus bienes y servicios. Y en el caso de los alimentos, requerimos que tengan habilitación bromatológica, aunque lamentablemente también se ve que hay cada vez más familias que trabajan produciendo alimentos, pero tenemos una limitante en la ordenanza a nivel municipal.
M.P.: Y además, nosotros acompañamos a los emprendimientos en su formalización. Si bien no es un requisito excluyente, al momento de estar en la feria, si tiene continuidad, vamos pidiendo que se formalicen, ya sea con un monotributo común o social, o que se regularicen como cooperativa. Es parte del mensaje que enviamos a la comunidad, de que la economía social no es lo que queda afuera, lo informal, sino que tiene vías de formalizarse y si alguien viene a la feria y pide una factura, que pueda tenerla.
La comercialización es una de las dificultades más grandes que suelen tener los productores y las cooperativas de la economía social. (Marcos Pearson)
-Mencionaron la ordenanza… ¿Sigue en un cajón del Concejo Deliberante?
-M.P.: Sí. Se presentó en octubre del año 2014. Durante el 2015 se fue avanzando, pero después, el cambio de escenario ha hecho que hoy nosotros estemos atendiendo y priorizando necesidades más inmediatas o urgentes. Seguimos creyendo en que se va avanzar, pero no depende solo de nosotros, sino también del colectivo de productores y de organizadores de ferias. Siempre es necesario discutir lo normativo, porque si esto sigue creciendo y se fortalece, también necesita del Estado, en todas sus formas y niveles. Esto se discutió en muchos lugares del país y ya hay leyes provinciales y muchos municipios han sancionado ordenanzas sobre el tema.
-¿Hacia dónde creen que va este fenómeno de la economía social?
-M.P.: Yo creo que es algo que está en constante crecimiento en la comunidad, en la región, porque también crece la conciencia social sobre otra forma de producir, otra forma de trabajar, otra forma de consumir. Es por eso que el programa ha ido creciendo de la mano de eso. Después de casi siete años, las iniciativas que nosotros llevamos adelante se han ido multiplicando y hoy el programa tiene una cátedra de cooperativismo y economía social que se dicta todos los años; y está el Proyecto Consuma Dignidad, que es muy interesante que la gente lo conozca, que es una herramienta de intermediación solidaria de comercialización, específicamente de alimentos y adentro de la Universidad, que funciona desde el año pasado con cinco organizaciones de Tandil y ha ido creciendo muchísimo. Hay investigación, buscando generar más propuestas para el sector y nuestro trabajo se ha ido hermanando con otras Universidades Nacionales. Vamos hacia propuestas cada vez más consistentes y maduras para el desarrollo de una economía que ponga, de nuevo, en su centro a las personas y hacia una sociabilidad distinta.
M.L.: Y también, en la función de la Universidad Pública, financiada por el Estado, a la que pueden acceder muchísimas familias, donde nos parece importante que el conocimiento y los recursos que tiene la Universidad, puedan estar, en la medida de lo posible y en un camino que es lento, pero que es firme, volcados hacia la economía social y solidaria, donde a partir del acto económico, se creen otros lazos, otras relaciones, hacia una sociedad más justa, más equitativa, más solidaria…